Mano dura y promesas cumplidas
- Elián Zidán
- Jan 26
- 3 min read
Por: Elián Zidán

Deportaciones, arrestos, órdenes ejecutivas, confirmaciones y batallas legales son solo algunos de los elementos que han definido los primeros días de Donald Trump en su regreso a la Casa Blanca. Si alguien pensaba que su vuelta a la política estadounidense sería más moderada, se equivocaba; Trump no está dispuesto a esperar ni un minuto para ejecutar lo que considera un mandato directo del pueblo para cambiar de raíz el rumbo del país.
Desde el momento en que juró el cargo al interior del Capitolio, sin poner la mano sobre la Biblia y con un clima gélido envolviendo Washington, Trump dejó claro que no iba a ceder ni un ápice. Sus primeras decisiones fueron drásticas y polémicas, diseñadas para satisfacer a una base electoral que lo apoyó con fervor durante su campaña.
Aquella fría mañana en Washington comenzó de manera cívica, regresando a las formas. Como marca la tradición, el presidente saliente recibió al entrante para un pequeño encuentro en la Casa Blanca. Luego, ambos salieron en caravana hacia el Capitolio, donde se llevó a cabo el traspaso de poder. Sin embargo, este tono político y cordial no duró mucho. Desde el estrado, Trump lanzó fuertes críticas y declaraciones contundentes, como su intención de cambiarle el nombre al Golfo de México y declarar que sólo se reconocerán dos sexos: hombre y mujer.
Mientras esto ocurría, su administración ya eliminaba varios programas migratorios establecidos durante la era Biden. Era como si un plan maestro, previamente diseñado, hubiera comenzado a ejecutarse de inmediato. Se eliminó la aplicación CBP One, un sistema de gestión de migrantes, cancelando todas las citas programadas para los días venideros.
Entre las múltiples órdenes ejecutivas firmadas, Trump otorgó un polémico perdón a los insurrectos que atacaron el Capitolio en enero de 2021. Según él, estos ciudadanos luchaban por la libertad del país de manera pacífica en un día que calificó como lleno de “amor”. Esta decisión contradice su postura previa como defensor de la ley y el orden, generando divisiones aún mayores.
En estos primeros días, la administración Trump ha dado un giro radical en la política migratoria. ICE ha recibido amplios poderes para deportar a más de 1.4 millones de personas que llegaron durante el mandato de Biden, incluyendo aquellas bajo programas humanitarios. Estos operativos han dejado un rastro de caos, incluyendo errores graves, como en Newark, Nueva Jersey, donde fueron arrestados ciudadanos estadounidenses y un veterano de guerra sin justificación legal.
Según una encuesta reciente de Axios, un 66% de los estadounidenses apoya la deportación de migrantes indocumentados, mostrando un respaldo a las medidas severas. Sin embargo, la oposición crece al mencionar el uso de fuerzas militares o la separación de familias, temas especialmente sensibles en una sociedad que “valora” los derechos humanos fundamentales.
Trump también ha puesto en la mira el derecho a la ciudadanía por nacimiento, protegido por la 14.ª Enmienda de la Constitución. Este intento de desmantelar un pilar histórico de la ciudadanía estadounidense ha generado alarma. Aunque un juez federal ha bloqueado temporalmente esta medida, el debate en sí revive sombras del pasado, como la sentencia Dred Scott v. Sandford, que negó derechos de ciudadanía a afroamericanos.
En el terreno económico, Trump ha vuelto a su enfoque proteccionista, insistiendo en aranceles del 25% para Canadá y México. Estas políticas podrían desestabilizar al bloque económico más fuerte del hemisferio. Desde el Foro Económico Mundial de Davos, Trump no solo criticó a Europa, sino que también advirtió a los países miembros de la OTAN que deben incrementar su gasto en defensa al 5% del PIB. Además, anunció el retiro de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud y del Acuerdo Climático de París.
En el Congreso, las batallas no han cesado. Aunque el secretario de Defensa, Pete Hegseth, fue confirmado por el voto de desempate del vicepresidente JD Vance, el caso de Marco Rubio como secretario de Estado fue distinto. Rubio, apoyado casi unánimemente, se convirtió en el primer hispano en ostentar el cargo diplomático más importante del país. Su gran reto inmediato será la relación con Panamá, especialmente en torno al control del Canal Interoceánico.
Lo que estamos presenciando no es simplemente el regreso de Trump a la Casa Blanca, sino el inicio de una administración que se mueve rápidamente, con un enfoque agresivo y calculado. Si bien sus votantes (más de 77 millones) celebran estos cambios como una restauración de la grandeza estadounidense, muchos se preguntan si este rumbo acelerado unirá al país o ahondará las divisiones internas y provocará nuevas tensiones internacionales. Los próximos 100 días serán cruciales para determinar el verdadero impacto de este regreso de Donald Trump a la silla más poderosa del mundo.
Comments